No es una receta nada del otro mundo, pero es una manera de darle importancia a una verdura que suele pasar desapercibida, pero que tiene un sabor delicioso. Yo las utilicé para acompañar un asado, pero es un sabor que vale para acompañar mil platos.
INGREDIENTES:
- 250 gr de zanahorias moradas
- 250 gr de zanahorias normales
- agua
- sal
- un chorro de aceite de oliva virgen extra
- un buen chorro de sirope de agave
ELABORACIÓN:
Limpiamos y pelamos las zanahorias, en una olla ponemos agua con un poco de sal, cocemos las zanahorias a fuego medio alto durante unos diez minutos hasta que estén tiernas. Las escurrimos bien en una rejilla y las dejamos entibiar.
Engrasamos una fuente de horno con un poco de aceite de oliva, colocamos las zanahorias y las regamos con un buen chorro de sirope de agave, las movemos para que se impregnen bien, las horneamos a fuego fuerte durante diez minutos o hasta que veamos que el sirope se carameliza, servir inmediatamente.
Engrasamos una fuente de horno con un poco de aceite de oliva, colocamos las zanahorias y las regamos con un buen chorro de sirope de agave, las movemos para que se impregnen bien, las horneamos a fuego fuerte durante diez minutos o hasta que veamos que el sirope se carameliza, servir inmediatamente.
NOTAS:
Las zanahorias originalmente eran de color morado, saben prácticamente igual que las normales, yo diría que quizá su sabor es un poquito más intenso pero por lo demás son iguales.
Lo que sí hay que tener en cuenta, es que las zanahorias moradas destiñen, en esta preparación no pasa nada porque el agua que sueltan se escurre, pero tenedlo en cuenta en guisos o cremas porque dan color.
Yo las dejé enteras, pero podéis cortarles toda la parte verde de las hojas.
Podéis sustituir el sirope de agave por sirope de arce, o por azúcar moreno.
Os dejo otras guarniciones un poco diferentes coles de Bruselas al horno, coliflor asada en ensalada o las endivias gratinadas, para que después digáis que las verduras son aburridas.
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